HISTORIA AL COMPLETO
POR FRANCISCO POLO CANDELA Y APORTES DE DAVID ALFONSO CARRILLO
A falta de documentación escrita que confirme o desmienta lo publicado en distintas revistas, se pueden tener en cuenta diferentes publicaciones y trabajos para conocer y comentar cómo eran las primeras manifestaciones procesionales en Crevillente.
Varios autores y en distintos medios afirman que el primer documento escrito con referencia a las procesiones es el que se hace mención a la donación por un devoto de nueve onzas y diez libras de cera para costear la procesiones de Viernes Santo (Salvador Puig Fuentes).
Un dato muy significativo es el que hace referencia a la práctica de Crevillente del Septenario en honor a la Virgen de los Dolores ya en el siglo XVIII, según queda patente al indicar que el Presbítero D. Juan Bautista Mas, a su muerte, legó una importante suma de dinero para misas y otros oficios.
“El mismo dejó 20 libras para la solemnidad de María Santísima de los Dolores y su devotísimo Septenario que se hace con mucho esplendor y gravedad” (Anselmo Mas Espinosa)
Por lo que hace referencia a las procesiones, éstas tenían que ser muy sencillas y con las únicas imágenes de Cristo crucificado, Virgen de los Dolores y Cristo Yacente.
El sacerdote D. Francisco Mas Mas, sitúa el inicio de la Semana Santa crevillentina durante el último tercio del siglo XVII, realizándose dos únicas procesiones: el Miércoles y Viernes Santo con las imágenes de El Nazareno, El Cristo, Jesús Yacente y la Dolorosa. Haciendo también referencia a que las imágenes salían de la parroquia con dirección al antiguo Calvario (situado en la parte baja de la calle Cruz de Ruiza).
“A la una de la tarde salía de la parroquia la imagen del Cristo, cubierto con un gran velo morado, con dirección al Calvario, que, en aquel entonces, estaba enclavado en la parte baja de la calle Cruz de Ruiza. Una vez allí, despojada la imagen del velo de referencia, un sacerdote, desde una elevada cáncana, predicaba el Sermón de las Siete Palabras que duraba hasta las tres de la tarde, hora aproximada en que murió el Redentor. Seguidamente se organizaba la primera procesión con solo la imagen del Crucificado, que recorría la mayor parte de las calles del pueblo y volvía al anochecer a la parroquia.
Más tarde, a eso de las nueve de la noche, salía de la parroquia la procesión del Santo Entierro en la que ya figuraban las cuatro imágenes: El Nazareno, El Cristo, Jesús Yacente y la Dolorosa. Delante del primer paso formaban solo hombres con hachas encendidas; en el segundo, solo mujeres, muy enlutadas, en memoria de las mujeres del Calvario; en el tercero, los Mayordomos de la Hermandad del Santísimo Sacramento; y en el último, el resto del pueblo”.
Pero no cabe la menor duda, que el hecho trascendental para nuestra Semana Santa lo constituyó la donación que realizaría el Duque de Arcos, Señor de la Villa, el 8 de octubre de 1753 de la loma denominada entonces Camposanto, para que en ella se erigiera el Vía Crucis y se permitiera la celebración de algunas procesiones para poder allí hacer el Encuentro de La Dolorosa y el Santísimo Cristo.
Iniciadas las negociaciones, tras unos años de trabajo en los que intervino todo el pueblo de Crevillent, el Vía Crucis quedó erigido el 5 de febrero de 1769; quedando, desde entonces, aquel lugar como patrimonio de la Iglesia con las condiciones antes mencionadas: la celebración del Encuentro.
Si se ha considerado la fecha de 1769 como el arranque de la Semana Santa como se concibe hoy en día, no es menos cierto que la segunda mitad del siglo XIX representa el primer momento de esplendor de la misma; en esas fechas, al margen de las imágenes existentes en la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de Belén e Iglesia de la Santísima Trinidad (por aquel entonces ermita) los distintos gremios crevillentinos, adquieren los pasos procesionales que han conseguido llegar hasta nuestros días –a excepción del Ecce Homo, obra de Riudavets, quemado y destruido durante la Guerra Civil–.
Cronológicamente la villa de Crevillent se ve enriquecida con la llegada de La Samaritana en el año 1867, El Prendimiento y la Negación de San Pedro en el año 1868, la Flagelación en el año 1869, la Oración del Huerto en el año 1871, el Lavatorio en el año 1872, el Santísimo Cristo de la Caída en el 1884 y Cristo de la Victoria en 1890. Sumado a las imágenes procesionales ya existentes como la primitiva Convocatoria, Nuestro Padre Jesús Nazareno, Virgen de los Dolores, Virgen de la Soledad, Santo Sepulcro, Virgen de las Angustias, la Verónica y San Juan.
Destacar que desde que las distintas agrupaciones gremiales y familias crevillentinas adquirieran los pasos en esa segunda mitad del siglo XIX, la tarde de Miércoles Santo pasaría a convertirse en uno de los momentos más esperados para un crevillentino, una reunión familiar, en la que todos colaboran en el arreglo de los pasos para su posterior concentración en la Parroquia Nuestra Señora de de Belén.
Ritos, costumbres y tradiciones que se reviven cada año en este conocido tradicional «Arreglo de Pasos» donde cada miembro de la familia tiene un papel asignado, pasando de generación en generación, incorporándose a estas tareas los mas jóvenes.
Respecto a las primitivas vestas o hábitos de los cofrades carecían del actual capirote, empleando en su lugar un gorro rizado. Las túnicas, por su parte, terminaban con largas colas y la capa solía alcanzar hasta la cintura, con la peculiaridad que era reversible, utilizando el color de la cofradía para la procesión de Miércoles Santo y el negro -que era el de la parte interior de la capa- para la procesión de Viernes Santo.
Dentro de lo que consistía la participación en las procesiones destacaba la figura del Hermano Mayor o arreglador, en Crevillent conocido como “manaó”, persona que solía poner orden entre las filas de cofrades y la presencia de la Centuria de Alabarderos.
ALABARDEROS
El primer interrogante que se puede plantear consiste en averiguar el porqué del nombre de «alabarderos», en lugar de «romanos» que parece lo más propio pues el Imperio Romano era quien dominaba Tierra Santa en tiempos de Jesucristo.
Una posible respuesta a este interrogante nos la ofrece D. Vicente Davó donde teoriza sobre los crevillentinos, afincados en Madrid con sus tiendas de esteras y alfombras, quienes quedarían maravillados de ver a los «Alabarderos del Rey» cuando iban y venían de su cuartel al Palacio Real, en el diario cambio de guardia.
La participación de estas compañías de alabarderos no quedaba limitada únicamente al acompañamiento de los pasos durante las procesiones sino que, su labor, se iniciaba mucho antes con los tradicionales ensayos en el Calvario o en la Plaza. Durante la Cuaresma, era frecuente que la chiquillería de la época acudiera a presenciar las evoluciones de estas compañías haciendo «el caracol» o el «paso lento» al tiempo que prodigaban las voces de mando de «Afiansen» o «Tersien armas», pronunciadas por el teniente de la compañía y repetida por los cabos de escuadra.
Metidos de lleno en Semana Santa, y en concreto Jueves Santo, las compañías de armados participaban en El Encierro, para lo que montaban unos turnos de guardia alrededor del templo con sus correspondientes relevos, causando gran admiración entre quienes contemplaban el espectáculo. Además, la tarde de Viernes Santo, en la Ermita de la Santísima Trinidad, llevaban a cabo unos turnos de guardia ante el Cristo de la Victoria durante el Sermón de las Siete Palabras.
Se puede afirmar que la primera presencia de una banda de armados, romanos, alabarderos, en las procesiones de Semana Santa de Crevillent fue la conocida como «Compañía dels Vells«, fundada por D. Ignacio Pastor -El Ferré-, a quien sucedió otro crevillentino conocido por «El Trigo», pasando finalmente al, también conocido, D. Manuel Penalva Mogica «El Tío Felisio«. Esta compañía o centuria, se caracterizaba por las largas barbas realizadas con hilo de pita teñido que portaban sus componentes.
Una segunda compañía es la que popularmente se conocía como «Els Verds«, fundada por el «Tío Flare«, pero que consiguió su época de esplendor bajo las órdenes del entusiasta José García Carreres, «El Surdo«. Sobre esta compañía, cabría decir que como el Ave Fénix, resurgió de sus cenizas pues, tras veintisiete años sin participar en las procesiones, el año 1980, otro gran devoto de la Semana Santa, D. Antonio García Alfonso, «El Kubala«, hijo del Tío Surdo, tomando el relevo de su padre, inicia la difícil tarea de resucitar la antigua y entrañable compañía «dels verds.»
La tercera de las compañías, que desde finales del siglo XIX participaba en las procesiones de Crevillente, era la conocida por el nombre de su capitán o fundador D. Vicente López, conocido por el «Tio Vicente el des bescuits«.
El año 1932 marcó el final de aquellas centurias de romanos. Acabada la Guerra Civil, se vendió todo y los trajes antiguos de alabarderos –uniformes confeccionados en la propia localidad– fueron a parar a una finca.
Y allí estuvieron durante una década, hasta que, en 1942, un grupo de jóvenes, capitaneados por Manuel Serna García (Manolo el Xixona), sus hermanos Antonio y Luis y sus amigos Paquito Candela (el Carabasa), Paco y Manuel Magro, entre otros, decidieron recuperar la tradición y poner a punto esos trajes, apareciendo, de nuevo, por las calles de la Villa.
A principios de 1954 se empieza a gestar lo que años mas adelante sería la “Centuria de Romanos”. A iniciativa del, entonces, presidente D. Emilio Soler Gil -y tras reuniones durante años con los dirigentes del Patronato de Semana Santa- se abrió una suscripción popular «pro-armados».
“Hace unos días, nos visitó en el Patronato una comisión de jóvenes para ofrecerse a formar una centuria con espíritu de cofradía. Estos muchachos, de edad entre los diecisiete y veinte años, nos hablaron de amplios proyectos que, de llevarse a la práctica, serían la solución ideal de la cuestión. Desde contribuir con una cuota fija a la conservación y mejora del vestuario, hasta obligarse formalmente a sufragar parte de los primeros gastos” (Editorial del Boletín «Patria Chica» número 20 de mayo del 1956).
A diferencia de las primitivas compañías, la nueva centuria que estaba gestándose, y que participaría por primera vez durante las procesiones del año 1957, careció de una persona que la identificase (como en antaño con el tío Vicente, el Surdo el Felisio o els Xixona). Eran, simplemente, amigos con el único deseo de llenar el vacío existente en la Semana Santa. Así, los componentes de la Centuria, pasaron a la historia de la Semana Santa de Crevillent con el sobrenombre de «Los Cucos«. Hicieron partícipe a la población -hasta tal punto de dar a elegir los diseños de los uniformes- y trajeron novedades como la de incluir un carruaje de caballos con la figura del «César»; personaje caracterizado por D. Manuel Martínez Montoya, y años después, en una segunda etapa, por D. César Augusto Asencio Adsuar.
Por el año 1980, coincidiendo con el resurgir de la “Compañía els Verds” de la mano de Antonio García Alfonso, hijo del Tío Surdo, y con la desaparición de la centuria de los “Cucos” nace una nueva compañía formada por otro grupo de entusiastas de la Semana Santa. Esta recibió el nombre de “Centuria Romana Acclivis”, quienes en sus primeros años de vida usaron el guion, carruaje y elementos de atrezzo de la desaparecida centuria de Los Cucos y vistieron los trajes de romanos de la Banda de cornetas y tambores Los Lucas.
Sería interesante que, dado el esplendor alcanzado por la Semana Santa de Crevillente, no quedase huérfana de esta faceta, que durante su dilatada historia ha sido fuente constante de inspiración de poetas y no menos enriquecedora por las hazañas protagonizadas por sus valedores.
“Ya fa tres o cuatre mesos, per Nal me paix que va sé, estavem en cal Palillos fenmos, uns cuants un gotet y charrant, charrant, llegarem a tocá el famos palet des’lavarderos. Se día que enguañ s’anaven a fé unes provesons boniques y que en el Achuntament ya se estaven pegant pasos preparant. Dien tamé que al Felisio estaven fenli una capa y un plumell lo matex que es de la tropa que vá darrere del Rey. Que el tío Visente portava dos escuadres, y ademes una banda de cornetes de lo milló…”
«La Capa del Capitá» por Anselmo Mas Espinosa, 1947
TRADUCCIÓN: Ya hace tres o cuatro meses, por Navidad me parece que fue, estábamos unos cuantos en casa del «Palillos» haciéndonos unas copas y hablando. Y hablando llegamos a tocar el famoso «palet des’lavarderos». Se decía que este año se iban a hacer unas procesiones bonitas y que en el Ayuntamiento ya se estaba avanzando preparándolas. Decían también que al Tío Felisio estaban haciéndole una capa y unas plumas, lo mismo que a los de la tropa que van detrás del Rey. Y que el tío Vicente llevaba dos escuadras, y además una banda de cornetas de lo mejor…»
La Capa del Capitán» por Anselmo Mas Espinosa, 1947
RESURGIMIENTO DE LA SEMANA SANTA EN CREVILLENT
Retomando la cronología de nuestra Semana Santa y la trayectoria de las procesiones que componen la Semana Grande de Crevillent, nos encontramos en el primer tercio del siglo XX, un momento en el que la población contaba con diecisiete pasos procesionales, de los cuales, ocho, no han llegado a nuestros días, por la misma contienda civil o por la intención de las cofradías de mejorar sus imágenes, como en el caso de la Verónica y San Juan. Época en la que, además cabe destacar, se implanta el alumbrado eléctrico en casi todos los pasos.
Es a partir de 1941 cuando la Semana Santa adquiere definitivamente continuidad y de forma ininterrumpida se celebra año tras año hasta nuestros días (a excepción de la pandemia de 2020 y 2021). Se incorpora, en ese mismo año, un nuevo Ecce Homo, la nueva imagen del Cristo de la Victoria, la imagen de la Virgen de la Soledad. Llega también a la población la nueva imagen de la Virgen de los Dolores -imagen que hoy día sigue participando en la Semana Santa pero bajo la advocación de Regina Pacis-.
En el año 1944, destaca la incorporación a nuestra Semana Santa de las imágenes de la Virgen de las Angustias y Jesús Rescatado, surgida de la escisión producida en la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno cuya nueva imagen, obra de Mariano Benlliure, llega a Crevillent ese mismo año, representando el inicio de la vinculación del artista con nuestra Semana Santa.
Incorporaciones que producen una serie de restructuraciones de recorridos, itinerarios y horarios respecto a los años anteriores, con el objetivo de engrandecer y mejorar los desfiles pasionales.
Una nueva imagen de Mariano Benlliure llega a Crevillent en 1945, en esta ocasión se trata de la imagen de María Magdalena, que pasa a formar parte del paso del Cristo de la Victoria. En ese año, venía a Crevillent a conocer Mariano Benlliure y José Navas, invitados de honor, para presenciar las procesiones de ese año.
El año 1946 vuelve a ser un año de importantes incorporaciones de nuevos pasos a la Semana Santa; en esta ocasión llega tras las gestiones de la familia Magro Espinosa el magnífico grupo de las Tres Marías y San Juan, catalogada por los expertos como una de las mejores obras de imaginería religiosa jamás realizada. También se adquiría ese mismo año la nueva imagen de la Virgen de la Soledad. Una tercera imagen se incorporaba, la nueva Virgen de los Dolores.
En el año 1947 se incorporaría el grupo escultórico Descendimiento de la Cruz, al mismo momento en el que se ultimaban los detalles de la nueva obra de Entrada de Jesús en Jerusalén (obra póstuma de Mariano Benlliure), que llegaría a Crevillent en 1948. También en ese año se realiza un nuevo paso de La Convocatoria.
Otro acontecimiento a destacar en ese mismo año fue la filmación de las películas sobre la «Semana Santa de 1848, el Crevillent Industrial», del célebre cineasta crevillentino D. Vicente Sempere Pastor, una producción que constituye uno de los tesoros más importantes del archivo de la Semana Santa crevillentina.
La imagen del Santísimo Cristo del Perdón y de la Buena Muerte llega en 1950 a Crevillent, año en el que la Revista Crevillente celebra sus 25 años de la primera edición.
Se incorporaría a las procesiones un año después, en 1951, la imagen del Cristo Yacente, de Benlliure, que, aunque llevaba 5 años en Crevillent, en principio no estaba destinada para las procesiones, sino al culto entre la familia Magro.
El año 1954 llega cargado de novedades; no sólo en las procesiones, sino también en las cofradías, que viendo la trascendencia y auge que va adquieriendo la Semana Santa, se esfuerzan en mejorar sus enseres procesionales para poder estar en consonancia con la importancia de la Celebración Pasional. La imagen de la Verónica se sustituye por una nueva. Las cofradías empiezan a estrenar nuevas «vestas» y estandartes, a incluir acompañamiento de bandas, se reforman tronos, etc.
CREVILLENTINOS AUSENTES
Es, durante esa década de los años cuarenta, cuando distintos grupos de vecinos crevillentinos que residían en otras ciudades por diversos motivos (en su mayoría laborales) empiezan a reunirse con motivo de esa evolución en la Semana Santa, dando origen a las «Cofradías de Crevillentinos Ausentes».
Nacieron las Cofradías de Crevillentinos Ausentes de Madrid, Cataluña (ésta, a su vez, con una sección en Sabadell) y la de Valencia. Todas ellas sin advocación religiosa concreta pero con el fin de mantener ese lazo de unión y sentimiento con Crevillent y su Semana Mayor.
Durante la década de los años cincuenta se puede considerar los de máxima esplendor para estas organizaciones, quienes se movilizaron para llevar a cabo mejoras en el pueblo: donaron un reloj para la torre campanario, un aparato de Rayos X, material y camas para el hospital, imágenes para venerar, el altar (llamado Monumento) para el Jueves Santo, etc.
La vinculación de estas cofradías a la Semana Santa fue muy estrecha, de hecho esperaban ansiosamente y organizaban desplazamientos para regresar al pueblo, presenciar y participar en sus procesiones, año tras año. Y el pueblo de Crevillent también esperaba ansiosamente la emotiva llegada de ellos, con el reencuentro con familiares y amigos.
La vinculación siguió creciendo unos años más. Lo demuestra el hecho de un grupo de Crevillentinos Ausentes, quienes se hicieron cargo de procesionar el paso del Santo Sepulcro durante un lustro (desde 1953 a 1958) o incluso cuando adquirieron ellos mismo el grupo escultórico «Camino del Sepulcro» en 1961, para incorporarlo en las procesiones.
Organizaron una serie de Congresos Internacionales de Crevillentinos Ausentes, donde continuaban tratando de hacer que Crevillent y su Semana Santa se engrandecieran progresivamente.
INSERTAR LOGOS COFRADÍAS CREVILLENTINOS AUSENTES
PROGRESO DE NUESTRA SEMANA SANTA
Un importante logro en la labor de difundir la Semana Santa crevillentina se produce en el año 1956, cuando el NO-DO estuvo en Crevillent tomando imágenes de la procesión de la Bajada del Calvario el Viernes Santo, proyectando dichas imágenes en todas las salas de cine de España.
Los 80. Últimas cofradías constituidas. Auge de las procesiones. Los pasos pasan a portarse a hombros por los costaleros, conocidos como agarraós.
Durante el mandato de Gaspar Lledó, la Federación de Cofradías y Hermandades tuvo claro que la Semana Santa de Crevillent no podía convertirse en un reducto cerrado, pues era tanta la belleza que la atesoraba que debía ser compartida por todos cuantos se sintieran atraídos por dicha celebración. Por ello, y sin acoplar su Celebración a la exigencia de visitantes o modificar su forma de hacer en aras a una mayor afluencia de personas, se persiguió la obtención de la Declaración de Interés Turístico Nacional.
Para ello se elaboró una memoria y un anexo sobre costumbres, ritos, tradiciones, origen, procesiones, imaginería, canto coral y pregón relativos a la Semana Santa crevillentina; un dossier con información turística y un expediente con documentación administrativa y gráfica; se conformó una Comisión Especial de Gobernación, liderada por el entonces alcalde Francisco Llopis; se realizaron adhesiones con entidades y poblaciones. Finalmente, ese esperado nombramiento se publicaba en el Boletín Oficial del Estado, el 10 de abril de 1992.
RTVE EN CREVILLENT
A mediados del año 1993, en una reunión del Consejo Rector de la Federación, presidida por D. Gaspar Lledó, se propuso traer a RTVE a Crevillent, idea que gustó y comenzó a elaborarse.
Utilizaron varias vías: a través del Padre D. Eduardo Teófilo Gil de Muro –quien mantenía relación con Crevillent y tenía contacto directo con el guionista D. Francisco Climent, la propia Federación enviando todo tipo de documentos gráficos y, por otra parte, el alcalde D. Francisco Llopis, realizando gestiones por otras vías, en concreto con el Director de RTVE, Jordi García Candau.
En enero de 1995, la Federación recibía una llamada. Era D. Francisco Climent y quería a concertar urgente una reunión en los despachos de TVE. Una representación de Crevillent se desplazó a Madrid con una grabación de la Declaración de Interés Turístico Nacional.
Se pactó previamente retransmitir la procesión de la mañana del Viernes Santo, pero, tras ver la cinta, cambiaron rápidamente de opinión. Quedaron tan maravillados con lo que estaban viendo que decidieron, en ese mismo instante, que se retransmitiría, además, la procesión de la Muerte de Cristo de viernes noche.
Días antes de las procesiones llegaron los camiones para organizar todo lo relacionado a las emisiones, creando gran expectación entre la población de Crevillent TVE titularía a esta procesión como “Procesión de los Coros”, quedando este popular nombre para siempre hasta nuestros días.
Un escaparate de nuestra Semana Santa y un trampolín imprescindible para la definitiva explotación de la Declaración de Interés Turístico Internacional. El Museo de la Semana Santa de Crevillent abría sus puertas el 19 febrero 2005
Durante la última legislatura con Francisco Polo como presidente de la Federación de Cofradías y Hermandades (del 2007 al 2011), se tenía el convencimiento pleno de que nuestra Semana Santa era merecedora de ostentar el galardón de la Internacionalidad, por su importante componente tradicional, artístico y religioso. Además, la existencia del Museo de la Semana Santa, conseguía desestacionalizar esta Fiesta en el aspecto turístico y cultural.
Se organizó un Comité, quienes junto al Consejo Rector y la Dirección del Museo, realizaron un expediente que constaba de 1.408 páginas, distribuidas en 13 capítulos, con un total de 2.107 fotografías. En él se acreditaron las actividades que se venían realizando con trascendencia internacional.
Finalmente, el 11 de noviembre de 2011, la Semana Santa de Crevillent conseguía la Declaración de Interés Turístico Internacional . La mejor valorada, junto a Orihuela en la Comunidad Valenciana y entre las veintiséis mejor valoradas de España.
En el acto de entrega se contó con la presencia de la Delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Paula Sánchez de León, el Subdelegado del Gobierno en Alicante, Alberto Martínez, el Director General de Turismo de la Generalitat Valenciana, Sebastián Fernández y el Consiliario de la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, Rvdo. José Manuel Rico
COMPLETAR CON LEGISLATURA DE JOSÉ ANTONIO MACIA
EVOLUCIÓN DEL ESCUDO DE LA SEMANA SANTA DE CREVILLENT
En 1970, con Vicente Mas Puig presidiendo el entonces Patronato de Semana Santa de Crevillent, se decide crear un escudo federativo que, además de contar con las 20 cofradías existentes, integraba el antiguo escudo de armas realizado por Francisco Molina Lledó en octubre de 1926 .
Es en 1981, aprovechando los inicios de la Federación de Cofradías y Hermandades, cuando el Consejo Rector de D. Antonio Borruel decide renovar el escudo con mejoras y color e integrando, dentro del mismo, el actual escudo de la Villa de Crevillent.
En 2023, con Mario Ruiz como presidente se decide simplificar la gama de colores y vectorizar el escudo, acorde a los nuevos tiempos. Se persigue, además, el objetivo de englobar a las treinta cofradías y hermandades que componen nuestra Semana Santa dentro del mismo escudo.
Diseño por Gaspar Lledó Martínez